Gerardo Lissardy
BBC Mundo, Brasil
Martes, 23 de julio de 2013
El inicio del primer viaje internacional del papa Francisco en Brasil mostró que su América Latina natal es tierra de pasiones fuertes y sorpresas a la vuelta de cualquier esquina, pero también que el pontífice prefiere la humildad y conectar con la gente antes que el protocolo.
Francisco aterrizó en la tarde del lunes en Río de Janeiro para asistir esta semana a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) católica, con cientos de miles de fervorosos peregrinos de todos los continentes, en especial de Latinoamérica.
Escenas de confusión surgieron cuando el Papa se trasladó del aeropuerto al centro de la ciudad, y la sencilla camioneta Fiat donde viajaba fue rodeada en más de una ocasión por fieles emocionados, ante el desespero de los custodias.
Uno de esos momentos se debió a un error del conductor, que dio un giro equivocado, dijeron funcionarios municipales. Pero lejos de entrar en pánico, el pontífice argentino de 76 años dejó la ventanilla del vehículo baja y saludó la multitud.
"He aprendido que para tener acceso al pueblo brasileño hay que entrar por el portal de su inmenso corazón", dijo poco después el Papa en portugués al ser recibido por la presidenta Dilma Rousseff, el gobernador de Río, Sergio Cabral, y otras autoridades.
"Permítanme pues que llame suavemente a esa puerta", agregó, vestido de una simple sotana crema y cruz de plata.
Fuera del Palacio Guanabara donde ocurría la recepción, rodeado por un fuerte cordón policial, cientos de personas protestaron contra el uso de dinero público en la visita papal o el rechazo de la Iglesia al aborto y el matrimonio homosexual, aunque el blanco predilecto de los cánticos fue el gobernador Cabral.
Después que el Papa abandonó el lugar, hubo enfrentamientos entre manifestantes y policías, con los primeros lanzando cócteles molotov a los uniformados, que tiraron gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar la protesta.
"Que aumente la fe"
Expertos en catolicismo y jóvenes que vinieron a Río al encuentro religioso creen que el estilo austero del Papa y su énfasis en conectar la Iglesia con el pueblo y los pobres en particular, pueden ayudarle a lidiar mejor con la pérdida de fieles.
"Hemos venido porque la cultura latinoamericana ya se ha notado en Francisco, ha sido un Papa bastante humilde y con bastante carisma", comentó Matías Muñoz, un chileno de 20 años que asiste a la JMJ y fue al centro de Rio a ver al pontífice.
"El Papa debería unir más a los jóvenes (…) para darle fuerza a esta iglesia que está bastante débil", agregó en diálogo con BBC Mundo.
La proporción de católicos en América Latina pasó del 90% de la población en 1910 a 72% en 2010, según el Foro Pew sobre Religión y Vida Pública.
El fenómeno se nota especialmente en Brasil, el país con más católicos en el mundo pero donde quienes se identifican con esa religión pasaron de 92% de la población en 1970 a 65% en 2010, de acuerdo al censo.
En el mismo período, los evangélicos pasaron de 5% a 22% y quienes no declaran religión saltaron de 1% a 8%.
Clarissa Baz Sosa, una mexicana de 19 años que también llegó a Rio en un grupo de jóvenes católicos, dijo que le pediría al Papa "que aumente la fe en los jóvenes y adultos".
"Como nuestro"
De todos modos, el tono del desfile del Papa por las calles de Río fue festivo, en gran medida por las multitudes de latinoamericanos que asisten a la JMJ y que han hecho del castellano una suerte de segundo idioma en la ciudad brasileña.
Después de Brasil, el país con mayor presencia en la JMJ es Argentina, el país donde nació y vivió el Papa hasta que fue entronizado en marzo: al menos 22 mil jóvenes argentinos se registraron para participar del evento, según cifras oficiales.
"Siempre tenemos la idea de un Papa lejos y ahora es como nuestro, es como más cariñoso", sostuvo Luis María Cejas, un argentino de Santa Fe, estudiante de ingeniería industrial que aguardaba el pasaje del pontífice.
Como se había anunciado, Francisco realizó su desfile por las calles céntricas de Río en un papamóvil abierto en vez del vehículo blindado que usaban sus dos antecesores, a pesar de las recomendaciones de autoridades brasileñas.
Inquietud por seguridad
La seguridad del Papa ha sido un motivo de preocupación del gobierno brasileño, sobre todo tras las protestas masivas que sacudieron al país en junio por mejores servicios públicos y contra los gastos multimillonarios del Mundial de fútbol 2014, entre otras reivindicaciones.
Durante su semana en Brasil, el Papa prevé ir al santuario de Aparecida, recorrer una favela carioca, visitar un hospital donde se atenderán adictos a drogas y asistir a grandes actos religiosos en la playa de Copacabana y Guaratiba, al oeste de Río.
El lunes se informó que una pequeña bomba casera fue encontrada en el baño de un estacionamiento del santuario de Aparecida. El artefacto fue detonado y la policía afirmó que tenía bajo potencial de daño.
Para el transcurso de la semana han sido convocadas nuevas manifestaciones a través de las redes sociales por el grupo Anonymus Brasil, uno de los promotores de la protesta del lunes fuera del Palacio Guanabara.
Liliana de Faria, una brasileña de 19 años, dijo que asistió a la manifestación para reclamar contra la política del Vaticano contraria al aborto, un procedimiento que aseguró que ella misma debió realizarse en la clandestinidad nueve días atrás.
"Mujeres mueren realizándose abortos en clínicas ilegales", sostuvo. "La salud pública no debería aceptar eso".
En los incidentes al final de la protesta hubo algunos heridos, entre ellos un fotógrafo de la agencia de noticias AFP agredido en la cabeza con un bastón por un policía, y se reportaron al menos cinco detenidos.
El papa evitó hacer referencia directa en su primer día al clima de protestas que vive el país. Pero en su discurso dijo: "La juventud es la ventana por la cual el futuro entra en el mundo y por eso nos impone grandes desafíos".
Rousseff, a quien Francisco besó pese al protocolo y cuyos índices de aprobación se desplomaron en los últimos meses, afirmó que Brasil y la Iglesia comparten valores como "justicia social, solidaridad, derechos humanos".
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